Vía @Amaya Ariz

Hemos tenido una mala experiencia en el acceso a varias calas en Menorca.

Es una pena, cuando todas las personas con las que nos hemos topado han sido flexibles y amables con nuestras dificultades con el Autismo de Mario.

En varias calas con acceso regulado por el Conseil Insular de Menorca, no está contemplado el acceso para personas con discapacidad y te dicen «que vayas a una playa que sí tenga acceso». Y esto, aunque haya camino preparado por el que circulan vehículos como el de la limpieza. Es el caso de Cala Turqueta, por ejemplo. En otros casos, el acceso está restringido a autobuses (Cala Macarella y Macarelleta), por lo que tampoco podemos acceder con personas con discapacidad, o por lo menos no con Mario, que no puede montarse en una autobús lleno de gente y estar las siete horas de la excursión sin poder volver a casa hasta que el autobús vuelve.

Si todo va bien en nuestra vida, el año que viene volveremos a Menorca. Ojalá hayan corregido esta gravísima vulneración de los derechos de las personas con discapacidad.

CARTA ENVIADA: Carta al director, discriminación personas con discapacidad en playas de Menorca

RESPUESTA DEL GOBIERNO DE MENORCA: Carta respuesta a Presidenta Asociación Navarra de Autismo menorca

Carta enviada al Gobierno de Menorca, al Ayuntamiento de Ciutadella, al periódico provincial y a la empresa que gestiona las playas:

VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON AUTISMO

Veo con sorpresa que la Ley 8/2017, de 3 de agosto, de accesibilidad universal de las Illes Balears se inicia alabando la promoción de la accesibilidad en las islas, los decretos para eliminación de barreras arquitectónicas o la ley de perros de asistencia. Aunque también menciona que actualmente todavía existen personas con discapacidad física, sensorial, intelectual o mental, así como personas con otros tipos de diversidad funcional o personas mayores que viven situaciones de desigualdad de oportunidades y de discriminación, y que tienen dificultades para participar en la sociedad y para ejercer sus derechos, debido a la existencia de barreras físicas en la comunicación o de actitudes que se la impiden.

Hoy nos hemos topado con esta realidad en una cala de Menorca, cercada a Ciutadella. Hemos viajado a esta isla con las ganas de llenarnos del azul del Mediterráneo y con la ilusión de compartir unos días en familia. No tenemos entre nuestros objetivos relajarnos o descansar, porque viajamos con una persona con Autismo, mi hijo, y su condición nos lo pone muy difícil cada día.

Sin llevar la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad en la mano, pero conociendo que fue ratificada por el Estado español y que fija el compromiso de promover, proteger y asegurar el pleno disfrute y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por parte de todas las personas con o sin discapacidad, hemos accedido a la entrada de la cala y hemos pedido que el coche pudiera acercar a nuestro hijo a la zona de la playa. En su caso, salir de casa es un objetivo en sí mismo y debido a su extrema sensibilidad sensorial debíamos dejarle lo más cerca posible de su destino. ¿Qué nos ocurre si no es así? Es decir, ¿qué ha ocurrido? Que como no ha sido posible acercarlo, pese a que existe un camino de tierra por el que sí circulan otros vehículos, como la furgoneta de limpieza de los aseos de la playa, nuestro hijo ha llegado a la arena andando, pero ya muy desregulado. Hemos conseguido que entrase al agua, pero al salir ya teníamos claro que no iba a ser posible volver andando.

He pedido a los dos socorristas que allí estaban que abriesen la cadena para poder bajar el coche los 900 metros aproximadamente que distan del aparcamiento, pero me han explicado muy amablemente la situación: el camino es
privado, el ayuntamiento tiene un acuerdo con los propietarios, se puede acceder andando, pero no está habilitado para las personas con discapacidad. Añadiendo que podíamos haber ido a otras playas que sí son accesibles. Les he dicho que eso es ilegal, que cercena completamente la igualdad de todos los derechos humanos y entre tanto nuestro hijo se desregulaba más y nosotros no dábamos crédito.

Uno de los socorristas ha dicho “yo creo que sí hay que dejarles y no me importa subir a abrir la cadena del camino” y dicho y hecho, ha empezado a subir los 900 metros corriendo.

Inmensamente agradecidos a esta persona, pero muy preocupados porque en una isla tan importante exista esta flagrante discriminación, hoy con el Autismo y mañana con una silla de ruedas. Además de la imagen que damos ante los miles de turistas, nacionales y extranjeros, con y sin discapacidad, que seguro visitan la isla cada año. No debe quedar a la buena voluntad de un socorrista el solventar, arriesgando su puesto al contravenir las órdenes que le han dado, los errores y lagunas de la Administración local y provincial. No respetar la convención de la ONU respecto a las personas con discapacidad lesiona gravemente sus derechos además de ser éticamente reprobable y humanamente muy triste.

He dirigido esta carta tanto a su Diario como al Alcalde de Ciutadella y a la empresa subcontratada a la que los socorristas pertenecen. Seguro que el año que viene, cuando volvamos a esta maravillosa isla, nuestra experiencia en sus preciosas calas será diferente porque el Ayuntamiento de la ciudad y el Gobierno insular habrán corregido la situación. Así sea.

Amaya Áriz Argaya
Presidenta de la Asociación Navarra de Autismo – ANA
8 agosto 2018, Ciutadella, Menorca