Nuestro hijo Javier, de 5 años, está diagnosticado de posible síndrome de Asperger. Dentro del mundo del autismo nos podemos considerar afortunados porque se trata de una de las variantes consideradas como leves de esta enfermedad. De hecho, la misma ventaja a veces es inconveniente, porque el diagnóstico no es nada fácil. Cuando Javi era pequeño nos parecía un niño un poco más serio e independiente, pero básicamente sano. Pensábamos que cada uno tiene su carácter. Lo llevamos a la guardería con el año cumplido. Allí es donde empezamos a ver que algo no funcionaba bien. Javi no participaba y tendía aislarse, e incluso a dormirse.

Hubo una cosa que nos despistó, y es que tenía frecuentes otitis, por lo que le pusieron un drenaje. Como digo, esto nos despistó, ya que pensamos que su actitud se debía a que no oía bien. Evidentemente, esto no era así.

En el curso siguiente, en el aula de 2 años, la profesora y la orientadora se dieron cuenta claramente de que Javi tenía un problema y nos sugirieron llevarlo al neuropediatra. El neuropediatra (aparentemente) no le dio mucha importancia, y simplemente nos citó para seis meses después. Sin embargo, seis meses después ya nos dijo que pasaba algo aunque todavía no llegamos a un diagnóstico de TGD hasta que nuestro hijo tuvo casi 4 años. Fue entonces cuando nos pusimos realmente en marcha con la terapia.

De nuestra experiencia me gustaría resaltar sobre todo lo difícil que es el diagnóstico de Asperger, especialmente con niños tan pequeños. Estuvimos una vez en una sesión con padres de otros niños con Síndrome de Asperger, y todos los padres eran de chicos ya muy mayores; se sorprendían cuando les decíamos la edad de Javi. Nosotros, de hecho, no vimos nada especial, fue la orientadora del cole la que lo vio. Y no sólo es difícil el diagnóstico sino que también resulta difícil valorar la evolución. Está claro que Javi está mejor, pero no sabemos en qué medida su mejoría es resultado de la medicación y la terapia o simplemente es mero crecimiento y maduración. Seguramente es todo a la vez.

Ahora luchamos por intentar mejorar la terapia y nos felicitamos con cada nuevo logro. Nos están ayudando mucho los magníficos profesionales que le tratan y le han tratado y esperamos que se desarrolle de la forma más parecida posible a un niño sano.